
¿Merece la pena un sillón gaming si no juegas?
Hay una pregunta que divide a internet: ¿de verdad hace falta un sillón gaming si no te pasas la vida matando zombies en Minecraft o corriendo en Fornite? Y la respuesta corta es sí, por supuesto que sí. La larga… te la contamos aquí.
Primero, vamos a romper un mito: no hace falta tener un setup con 3 pantallas y una torre con lucecitas para comprarte un buen sillón. Lo que sí hace falta es sentarte 8 horas al día en una silla de cocina para empezar a entender el dolor de lumbares. Y no hablamos solo del típico teletrabajo, sino también de quienes ven series, estudian, editan vídeos, producen beats o simplemente pasan media vida delante de una pantalla. Porque no todo el mundo juega, pero todos usamos el ordenador más de lo que nos gustaría admitir.
Entonces ¿qué hace que un sillón gaming merezca la pena incluso para quien no juega?
Pues mira:
– Comodidad real, de la buena, con respaldo alto, cojín cervical y lumbar, reposabrazos ajustables y una base que no parece de chicle.
– Postura decente, para no acabar hecho una L al final del día.
– Diseños que molan. Aunque algunos se flipen un poco con los colores, también los hay sobrios para todos los gustos.
– Durabilidad, porque no vas a estar cambiando de silla cada año. Y tu espalda tampoco.
Y ojo, que hay un extra que nadie menciona: el poder reclinarte como si estuvieras en un avión (de los buenos) y echarte un descansito sin que se entere nadie. Píllate una mantita, un café y que no te moleste ni el wifi.
En resumen: un sillón gaming no es solo para gamers. Es para cualquiera que pase tiempo frente a una pantalla y quiera dignidad, comodidad y un poquito de flow mientras lo hace. Así que si estabas dudando… no lo pienses más. Tu cuerpo (y tus horas en YouTube) te lo van a agradecer.